Localización de la grasa corporal

Los criterios mediante los cuales se clasifica la condición corporal de las personas, agregan nuevos factores de medición conforme se van descubriendo más elementos. Así, el peso como único parámetro, fue reemplazado relacionándolo a la altura de cada individuo a través del Índice de Masa Corporal (IMC); en los últimos años ha surgido un nuevo enfoque que permite diagnosticar la obesidad y establecer los riesgos que ello puede representar. Más allá del porcentaje de grasa en el organismo, ahora se hace hincapié en la ubicación de ese tipo de tejido en el cuerpo, por lo que es posible detectar condiciones de peligro, que mediante los anteriores criterios no podían ser descubiertas. Concretamente hay personas que hallándose en el rango considerado normal desde el punto de vista del IMC, presentan un riesgo alto de padecer enfermedades asociadas a la obesidad, a causa de la localización de grasa corporal en una zona determinada; más grave es aún si el paciente se encuentra en la franja de sobrepeso u obesidad y tiene tejido adiposo ubicado en una región considerada peligrosa.

 

Tomando en cuenta la disposición del tejido graso, se pueden establecer dos tipos de obesidad:

  • Periférica o ginoide, donde la grasa se aloja en brazos, glúteos, caderas y muslos, y
  • Central o androide, en la que la grasa se acumula principalmente en el abdomen

Las enfermedades relacionadas a la obesidad central revisten mayor gravedad que en la periférica: mientras que esta última repercute en el trabajo de las articulaciones y  músculos, puede aparejar algún problema linfático y celulitis, la obesidad central está ligada a enfermedades cardiovasculares (hipertensión, arterioesclerosis, infarto de miocardio), diabetes tipo II y diversos tipos de cáncer.

 

La grasa que se almacena en el abdomen conlleva un mayor peligro dado que se caracteriza por su alta movilidad, es decir que tiende a circular más por las arterias y a depositarse en órganos vitales.

Para determinar si una persona se encuentra en el grupo de riesgo, puede proceder a medir su circunferencia abdominal. Para ello debe estar en posición de pie, sin ropa ajustada, y colocarse una cinta métrica alrededor de la cintura a la altura del ombligo, inspirar y exhalar una o dos veces, y al finalizar la espiración medir el contorno. En hombres los 102 cm marcan un riesgo elevado, pero más de 94 cm ya representan una alerta que hay que controlar. En las mujeres 88 cm indican riesgo elevado, y superior a 80 cm se considera ya una señal a tener en cuenta. La reducción de estas medidas aminora considerablemente los riesgos de padecer las patologías nombradas.

 

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