Carencia de minerales

La importancia de mantener una dieta variada y completa es ya conocida, y este aspecto asegura el aporte de todos los nutrientes necesarios para el correcto funcionamiento del organismo así como la prevención de algunas afecciones. Muchas veces, por diferentes razones la alimentación diaria se centra en determinados grupos nutricionales y descuida otros, produciendo desequilibrios y carencia a lo largo del tiempo. En el caso de los minerales, si bien pueden estar almacenados de cierta forma, la falta de ingreso por parte de las comidas resulta en patologías variadas. Estos nutrientes inorgánicos, aunque son requeridos en cantidad muy pequeña, son indispensables para varias funciones y forman parte de sustancias como las hormonas y elementos estructurales de las células.

Los minerales, según estos requerimientos, se pueden clasificar en macro o micro-elementos: en los primeros se necesita más de 100 gramos por día, y están implicados en la estructura ósea, el equilibrio hídrico y las secreciones del aparato digestivo; entre ellos se puede nombrar al calcio, fósforo, sodio, potasio, cloro, magnesio y azufre. Los micro-elementos incluyen a aquellos minerales que es necesario incorporar en cantidades menores a los 100 gramos al día, con funciones que incluyen el mantenimiento del buen estado corporal y mental, y la participación en varias reacciones químicas vitales. Se destacan el yodo, cromo, manganeso, hierro, selenio y zinc.

 

Es importante cubrir con la alimentación las necesidades diarias de los minerales, y en caso de ser conveniente, acudir a suplementos debidamente prescritos por el médico; en ciertas circunstancias, si bien la dieta puede estar equilibrada, los requerimientos pueden aumentar, como en las etapas de crecimiento, embarazo, lactancia o recuperación de alguna enfermedad prolongada. Hay que tener en cuenta que el exceso también puede resultar perjudicial, ya sea por causar acciones dañinas (por ejemplo el sodio, que produce aumento de la presión arterial) o por interferir con la absorción y las funciones de otros elementos.

 

Carencias más habituales.

  • Hierro. Es relativamente frecuente la disminución de las concentraciones de este mineral en mujeres gestantes; también es posible observarla en niños con dietas no equilibradas y en ancianos. Signos como el cansancio persistente, la anemia y las infecciones recurrentes están relacionados a esta carencia.
  • Calcio. También se ve en mujeres lactantes y en embarazadas, y en la etapa de crecimiento. Su falta predispone a patologías como la osteoporosis. Además favorece la aparición de caries dental, poco crecimiento óseo y disminución en el tono muscular.
  • Magnesio. La alimentación actual es deficitaria en este mineral (que protege contra ciertas patologías cardíacas), y es posible notar problemas musculares y nerviosos en caso de un déficit importante.
  • Potasio. Esta carencia puede aparecer en individuos que comen poca fruta y vegetales verdes. Signos de insuficiente nivel del mineral incluyen mareos, y fatiga en los músculos.

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